sábado, 13 de abril de 2019

Emergencias Gastrointestinales y Genitourinarias


Emergencias Gastrointestinales y Genitourinarias

Anatomía del aparato digestivo

El aparato digestivo está formado por un conjunto de órganos, entre los que se destacan la boca, la faringe, el esófago, el estómago, el intestino delgado, el intestino grueso y el recto, cuya principal función consiste en la digestión y absorción de los nutrientes. Estructuralmente, el aparato digestivo está constituido por un tubo irregular, abierto por ambos extremos, cuya longitud en el adulto alcanza unos 8 metros y que abarca desde la boca hasta el ano.

Además de los órganos mencionados, existe una serie de órganos anejos asociados, como el hígado, la vesícula biliar, el páncreas y las glándulas salivares, cuya principal función es la producción y secreción de sustancias esenciales.

Histológicamente, el aparato digestivo está constituido por cinco capas que, ordenadas desde la luz hacia el exterior, se denominan:

– Mucosa, formada por distintos tipos de tejido epitelial, dependiendo de las zonas.
– Muscularis mucosa, formada por tejido muscular liso dispuesto en forma circular.
– Submucosa, en la que puede observarse tejido conjuntivo, vasos sanguíneos y tejido nervioso.
– Muscular, constituida por dos o tres capas de tejido muscular.
– Adventicia o serosa, capa formada por tejido conjuntivo laxo o peritoneo, según las zonas.

Estas capas sufren distintas variaciones a lo largo de las distintas partes que conforman el aparato digestivo.

Boca o cavidad bucal

Se corresponde con la primera porción del tubo digestivo y se divide en:

– Vestíbulo bucal: limitado en su parte anterior por los labios (superior e inferior) y las mejillas y, en su parte posterior, por los dientes y las encías.
– Cavidad bucal: revestida por mucosa, limitada en su parte anterior por los dientes y las encías y, en su parte posterior, por la faringe. El techo de esta cavidad está formado por el paladar duro en la parte anterior y el paladar blando en la posterior.

El suelo de la boca lo forman:

– La lengua, que está constituida por tejido muscular esquelético recubierto por una mucosa. En su superficie se localizan las papilas gustativas encargadas de captar los diferentes sabores. Por su morfología, las papilas pueden clasificarse en caliciformes (forma de cáliz), filiformes
(forma de hilo) y fungiformes (forma de hongo).
– Una base de tejido muscular esquelético que interviene en la deglución de los alimentos.

En el interior de la boca se encuentran los dientes, responsables del proceso de trituración de los alimentos. Histológicamente, el diente está formado por cuatro tejidos (tres duros y uno blando). Ordenados desde el exterior al interior, los cuatro tejidos son:

– Esmalte, cuya dureza es la mayor del organismo. Recubre la corona dentaria y su superficie es brillante y lisa.
– Dentina, tejido más elástico que el esmalte debido a su mayor cantidad de agua y de materia orgánica en su composición química.
– Cemento, situado en la zona radicular del diente, cubriendo la dentina.
– Pulpa, tejido blando, con inervación y muy vascularizado, que se localiza en el interior de la pieza dentaria.

Los dientes se encargan de la masticación de los alimentos, mientras que la lengua empuja los restos, una vez triturados y mezclados con la saliva, hacia el fondo de la boca, formándose el bolo alimenticio. Aquí se iniciael proceso de deglución, que es el término que define la acción de tragar,
es decir, el paso de una sustancia desde la boca al estómago.

Faringe

Es una estructura tubular, de unos 12 cm de longitud, donde confluyen los aparatos respiratorio y digestivo. En su pared posterior se localizan las amígdalas faríngeas.

Estructuralmente, se divide en tres partes:

– Nasofaringe: comunica con la cavidad nasal.
– Orofaringe: comunica con la boca.
– Laringofaringe: comunica con la laringe.



Esófago

Es un órgano tubular, de 20 a 25 cm de longitud, que comunica la faringe con el estómago para que pase el bolo alimenticio en el proceso de deglución. Por el camino, el esófago atraviesa el diafragma, por el orificio esofágico, y desemboca en el estómago en la zona del cardias. Histológicamente, su pared está compuesta por un epitelio poliestratificado, en continua renovación, y dos capas musculares, formadas por músculo liso o esquelético, dependiendo de la zona. La capa interna es
circular, mientras que la externa es longitudinal.

Las capas musculares realizan movimientos peristálticos que facilitan el paso del alimento desde la faringe hasta el estómago. El esófago contiene unas glándulas, llamadas glándulas esofágicas, que
secretan moco para que el interior del esófago esté húmedo y facilitar el tránsito de los alimentos hacia el estómago. Se trata de seromucosas cuyo canal excretor desemboca en la luz esofágica.
Se comunica con la faringe por el esfínter esofágico superior, que es el músculo voluntario con el que comienza la deglución. El esfínter esofágico inferior comunica el esófago con el estómago.

Estómago
Es un órgano que forma parte del aparato digestivo, con forma de letra J mayúscula, localizado en la región infradiafragmática izquierda (hipocondrio izquierdo); comunica con el esófago mediante el cardias y termina donde se inicia el duodeno. Sus laterales presentan una curvatura mayor
y otra menor.

Anatómica y funcionalmente, el estómago se divide en distintas regiones:

– Cardias: se localiza inmediatamente por debajo de la unión gastroesofágica. Es un esfínter fisiológico que regula la entrada de alimento e impide que haya reflujo hacia el esófago.
– Fundus: situado en la parte superior izquierda delestómago, hacia arriba y a la izquierda del cardias.
– Cuerpo: localizado desde el cardias hasta el final de la curvatura menor. Es la zona de mayor tamaño y actividad.
– Antro: situado entre la curvatura menor y el píloro.
– Píloro: esfínter muscular que separa el estómago del duodeno.


Intestino
Es un órgano que se extiende desde el píloro hasta el ano y se subdivide anatómicamente en intestino delgado e intestino grueso. El intestino delgado es un tubo de 6 m de longitud, situado en la porción
central del abdomen, que conecta el estómago con el intestino grueso a través de la válvula ileocecal.

Anatómicamente, el intestino delgado está constituido por:

– Duodeno. Es la primera porción del intestino delgado, localizado en la región umbilical, y se extiende desde el píloro hasta el ángulo duodenoyeyunal. En él se localizan el colédoco, un conducto que canaliza las secreciones procedentes del hígado y la vesícula biliar, y la desembocadura de los conductos pancreáticos mayor y menor.
– Yeyuno e íleon. Constituyen, respectivamente, la segunda y la tercera porción del intestino delgado. Se encuentran más vascularizados que el duodeno y sus paredes son más gruesas que las de este. En su porción inferior se encuentra la válvula ileocecal, que regula el paso entre el íleon (última porción del intestino delgado) y el ciego (primera porción del intestino grueso).

Para llevar a cabo el proceso de absorción de nutrientes, el intestino delgado posee una mucosa de aspecto aterciopelado, formada por unas estructuras que sobresalen, denominadas vellosidades digitiformes intestinales. Estas son expansiones de la mucosa y su altura varía según la región: las más altas son las del duodeno. Además, las células de la mucosa presentan microvellosidades, que son especializaciones de las anteriores que aumentan el área de superficie epitelial de contacto entre el intestino y los alimentos.

El intestino grueso es la última porción del tubo digestivo. Mide 1,5 m de longitud y 6,5 cm de diámetro. Estructuralmente, se divide en tres partes: ciego, colon y recto.

– Ciego. Tiene forma de bolsa de unos 6 cm de longitud y está cerrado en su extremo distal. Unido a
este se encuentra el apéndice, que es una estructura vestigial que carece de función digestiva pero
que está relacionada con procesos de defensa inmunológica.
– Colon. Llamado también sigma, está dividido a su vez en colon ascendente, transverso, descendente y sigmoide. Es una porción del intestino con forma de S que termina en el recto.
– Recto. Es la última parte del intestino grueso. Su porción terminal recibe el nombre de canal anal y
finaliza en el ano, una abertura externa.
– Está formado por dos esfínteres: el esfínter anal interno, compuesto por músculo liso o involuntario,
y el esfínter anal externo, compuesto por músculo estriado o voluntario.



Patologías esofágicas

Reflujo gastroesofágico
Es un proceso por el cual parte del contenido del estómago asciende hacia el esófago. El síntoma básico de este proceso es la aparición de pirosis retroesternal (ardor de estómago) y sus causas
más frecuentes son la disminución del tono muscular del esfínter esofágico inferior, el funcionamiento inadecuado del esfínter o la presencia de otra patología llamada hernia de hiato.

– El diagnóstico se efectúa mediante la realización de una gastroscopia, una manometría esofágica, el estudio del movimiento del esófago al paso de líquido mientras traga el paciente y la determinación del pH del esófago y del estómago.
– El tratamiento, en casos leves, es dietético y postural:
• Controlar la dieta y el consumo de tabaco y alcohol.
• Elevar la cabecera de la cama unos 10 cm.
• Acostarse después de pasadas 3 horas de la última ingesta.
– El tratamiento farmacológico se lleva a cabo con antiácidos, que neutralizan el ácido del estómago, y antisecretores, que inhiben la secreción de ácido del estómago.
– Tumores del esófago. Están relacionados con el consumo de alcohol y tabaco. El síntoma principal en estos tipos de tumores es la disfagia, que es la dificultad en el transporte del bolo alimenticio desde la boca hasta el estómago o bien el impedimento para la deglución.
– El diagnóstico se realiza con una esofagoscopia que proporciona imágenes de la zona obstruida y el diagnóstico con biopsia para confirmar el tipo de tumor.

Patologías gástricas

– Hernia de hiato. Se produce cuando asciende hacia el esófago la parte superior del estómago (fundus), a través del esfínter esofágico inferior, y el contenido gástrico pasa al esófago, cuya mucosa no está preparada para soportar la acidez, produciéndose pirosis y el resto de síntomas de la esofagitis por reflujo.


– Gastritis. Es la inflamación inespecífica de la mucosa del estómago. Según su evolución se puede dividir en:
• Gastritis aguda. Es un proceso de naturaleza transitoria y se relaciona con factores externos como ciertos fármacos, consumo excesivo de alcohol, tabaco y alimentos con especias, abundantes grasas y picantes.
• Gastritis crónica. Es la persistencia en el tiempo de la gastritis aguda o de los factores que producen esta enfermedad. Se asocia con un porcentaje mayor de cáncer gástrico.
– Úlcera. Es una lesión de la mucosa del estómago que, a diferencia de la gastritis, implica la rotura de la capa muscular de la mucosa. Está relacionada con la presencia de una bacteria denominada Helicobacter pylori y con la exposición de la mucosa gástrica al ácido gástrico. Las complicaciones más habituales son la perforación y la hemorragia digestiva.
– Los síntomas son un dolor característico en el epigastrio, localizado “a punta de dedo”, que se calma al ingerir alimentos pero que reaparece horas después de la ingesta.
– El diagnóstico se realiza mediante gastroscopia y el tratamiento se lleva a cabo con fármacos o tratamiento quirúrgico.
– Carcinoma gástrico. Es un proceso frecuente en la sociedad actual, el tercero en orden de frecuencia en varones. Su tipo histológico más común es el que proviene de las células secretoras del estómago y se denomina adenocarcinoma.
– La sintomatología es inespecífica, con signos de malestar, cansancio, ardor, náuseas, vómitos y disfagia y con la presencia de sangre en vómitos (hematemesis) o en heces (melenas).
– El diagnóstico se hace con la historia clínica, mediante estudios con gastroscopia, realizando una tomografía axial computarizada (TAC) para detectar posibles metástasis o una laparoscopia para ver directamente la cavidad abdominal.
– El tratamiento es quirúrgico, con o sin el uso de radioterapia o quimioterapia.

Patologías intestinales

– Inflamación intestinal crónica. Es una patología inflamatoria que afecta al tubo intestinal y cuya evolución cursa con la aparición de heces diarreicas en forma de brotes. Se distinguen dos tipos:
• Colitis ulcerosa: solo afecta al colon y cursa con un dolor abdominal que mejora con la deposición y síntomas generales como fiebre y pérdida de peso.
• Enfermedad de Crohn, en la que aparecen úlceras que pueden afectar desde la boca hasta el ano, pero con más frecuencia lo hacen en el íleon terminal. El síntoma principal es diarrea con mucosidad, sangre y dolor abdominal, náuseas y vómitos. El diagnóstico se hace básicamente por colonoscopia, para observar la inflamación de la mucosa, y con estudios histológicos (biopsia).
– Diarrea. Patología por la cual se eliminan heces con mayor frecuencia de las emitidas habitualmente por el paciente, lo que se traduce en un mayor número de deposiciones. Las heces tienen menor consistencia y pueden llegar a ser totalmente líquidas. Según su tiempo de duración,
se clasifican en agudas (menos de 2 semanas), persistentes (de 2 a 4 semanas) y crónicas (más de 4 semanas).
– Las causas pueden deberse a alteraciones en las funciones del tubo digestivo o bien a una etiología vírica o bacteriana. Los agentes más comunes son bacterias, como Escherichia coli y virus como los clasificados dentrodel género Rotavirus.
– El tratamiento consiste en la reposición de líquidos y electrolitos.
– Estreñimiento. Es el retraso en la emisión de heces (defecación); estas son escasas, duras y normalmente difíciles de expulsar.
– Puede ser síntoma de un trastorno grave, aunque las causas más frecuentes se deben a no beber suficientes líquidos, ingestas deficitarias en fibras y a un efecto secundario de algunos medicamentos o el abuso de laxantes. Se agrava por enfermedades crónicas, inactividad física, inmovilidad, deterioro mental, en el embarazo y en trastornos emocionales.
– El estreñimiento puede provocar trastornos como dolor abdominal, hemorroides y fisuras anales.
– Trastornos de la absorción intestinal. Existen diversas patologías causadas por el déficit en la absorción de ciertos nutrientes que son importantes por su prevalencia. Entre ellos destacamos:
• Enfermedad celíaca (EC). Se trata de una intolerancia permanente al gluten (una proteína que se encuentra en las harinas de trigo, centeno, cebada y avena). Se produce en individuos predispuestos
genéticamente e induce una atrofia de las vellosidades intestinales al contacto con los alimentos (proteínas, grasas, hidratos de carbono, sales minerales y vitaminas).
El único tratamiento es una dieta estricta sin gluten de por vida.
• Intolerancia a la lactosa (azúcar de la leche). Se produce por una carencia de lactasa que provoca que la lactosa no se pueda absorber. Los pacientes no pueden ingerir productos lácteos o de lo contrario presentarán cuadros diarreicos.
– Carcinomas intestinales. Pueden aparecer tanto en el intestino delgado como en el grueso, aunque son más frecuentes en este último.
– Sus manifestaciones son muy variadas, aunque la forma más común es la del pólipo. Aunque la mayoría de los pólipos son benignos, su importancia reside en que hay que hacer un diagnóstico precoz para evitar su degeneración maligna.
– Los síntomas más frecuentes son la aparición de sangre, bien como sangre roja, que acompaña a los carcinomas de colon descendente y recto, o bien en forma de sangre negra (melenas), que acompaña a los de colon ascendente y transverso. Además, en ocasiones se presenta estreñimiento, diarrea y dolor abdominal.
– La colonoscopia es la prueba diagnóstica definitiva.



Patología del hígado y la vesícula biliar

– Hepatitis. Es un proceso inflamatorio que afecta al hígado y que se caracteriza por un daño en el tejido hepático que puede desencadenar su insuficiencia funcional.
– Se produce por diversas causas como infecciones virales y bacterianas, alcohol, fármacos o enfermedades inmunitarias. Sus síntomas son inespecíficos y, en algunos casos, aparece ictericia (piel y mucosas pigmentadas de amarillo).
– Las más frecuentes son las de origen viral; se pueden distinguir varios tipos de virus productores de la enfermedad. Para diferenciarlas, se designa una letra (A, B, C, D, E).
• Hepatitis A y E. No presentan gravedad y suelen cursar de forma asintomática. Se transmiten por vía oral a través del agua o alimentos contaminados.
• Hepatitis B y C. Se transmiten por vía parenteral o por vía materna, durante el embarazo o el parto. La cronificación es el problema fundamental y ocurre con más frecuencia en la C, pudiendo generar
a largo plazo una cirrosis hepática o un tumor hepático (hepatocarcinoma). • Hepatitis D. En este caso, el virus no puede actuar si previamente la persona no está infectada con el virus de la hepatitis B. Los síntomas son parecidos a los producidos por otras enfermedades hepáticas virales.
– Cirrosis hepática. Es la consecuencia final de enfermedades hepáticas crónicas; genera una pérdida de la arquitectura normal del hígado y una disminución progresiva de sus funciones.
– La primera fase de la enfermedad cursa de forma asintomática, pero cuando progresa puede aparecer un acúmulo de líquido en el abdomen (ascitis) y, en casos avanzados, un funcionamiento anormal del cerebro.
– Tumores hepáticos. El más frecuente es el hepatocarcinoma, cuyos factores de riesgo son la cirrosis hepática producida por hepatitis B o C y la esteatosis o inflamación grasa del hígado. El diagnóstico se realiza con ecografía, TAC, resonancia magnética y biopsias.
– Litiasis biliar o colelitiasis. Es la formación de cálculos dentro de la vesícula biliar o en el conducto biliar común. El síntoma principal es un dolor continuo en el abdomen, en forma de cólico biliar o hepático, que puede irradiarse al hombro derecho y a la espalda.



Patologías del páncreas

– Pancreatitis. Es la inflamación del páncreas; se clasifica en aguda y crónica. Además de poder existir una predisposición genética, las principales causas son el consumo excesivo de alcohol, las enfermedades de las vías biliares y los hábitos nutricionales inadecuados con dietas grasas y pobres en proteínas.
– Los síntomas son un dolor abdominal severo, que irradia a la espalda, acompañado de vómitos y náuseas. Si se agrava, puede llegar a producir la muerte.
– Tumores malignos. El cáncer de páncreas es uno de los tumores más difíciles de diagnosticar y uno de los más agresivos del tracto digestivo, ya que su proximidad a otros órganos hace que los invada y se extienda muy rápido. Los factores de riesgo más comunes son el tabaco, el alcohol y las dietas ricas en grasas.
– Diabetes. Es una enfermedad crónica del metabolismo caracterizada por altos niveles de glucosa en sangre (hiperglucemia); la causa principal se debe a fallos en la producción de insulina y en su actividad.

Patología renal
Las enfermedades más destacables del aparato urinario son las siguientes:
– Insuficiencia renal: es la disminución de la capacidad del riñón para realizar su función. Se manifiesta por una disminución del filtrado glomerular, así como de la cantidad de orina. Puede ser aguda o crónica y obedecer a diversas causas.
– Fracaso renal agudo: es el cese brusco y prolongado de la actividad renal, con el trastorno consiguiente en la formación de orina y en la regulación del medio interno.
– Glomerulonefrosis: es la alteración degenerativa del glomérulo. Puede producirse por el depósito de un material proteínico anormal en las paredes de los vasos renales.
– Glomerulonefritis: son las alteraciones inflamatorias en los capilares de los glomérulos de Malpighi y las cápsulas de Bowman.
– Cólico nefrítico: es una consecuencia muy dolorosa de la litiasis renal (Figura 8.9). Está producido por cálculos renales o precipitados de diversas sales que, al ser expulsados, rozan con las paredes del aparato urinario. Se manifiesta por un intenso dolor en la zona de los riñones y órganos genitales que, en ocasiones, va acompañado de pérdidas de sangre por la orina.
– Uretritis: consiste en una inflamación de las paredes de la uretra originada por una infección bacteriana o por determinadas sustancias químicas. Puede ocasionar estrechamiento de la luz de la uretra.
– Cistitis: es la inflamación de las paredes de la vejiga urinaria originada por una infección bacteriana. Acostumbra a ir acompañada de incontinencia urinaria (eliminación involuntaria y frecuente de orina en pequeñas cantidades). Es más frecuente en las mujeres.
– Prostatitis: es una inflamación de la próstata que presiona la uretra y dificulta la micción.
– Infecciones urinarias: se producen por la colonización del aparato urinario por microorganismos
patógenos como parásitos, hongos, bacterias y virus. Si la infección afecta a la uretra o vejiga (uretritis y cistitis), se denomina infección urinaria baja y si afecta los uréteres, se denomina infección urinaria alta.
– Tumores: son una masa anormal de tejido corporal producida por una división incontrolada de las células que lo componen. Pueden ser cancerosos (malignos) o no cancerosos (benignos). Son más frecuentes en varones, en torno a los 65 años de edad.

Patología renal
Las enfermedades más destacables del aparato urinario son las siguientes:
– Insuficiencia renal: es la disminución de la capacidad del riñón para realizar su función. Se manifiesta por una disminución del filtrado glomerular, así como de la cantidad de orina. Puede ser aguda o crónica y obedecer a diversas causas.
– Fracaso renal agudo: es el cese brusco y prolongado de la actividad renal, con el trastorno consiguiente en la formación de orina y en la regulación del medio interno.
– Glomerulonefrosis: es la alteración degenerativa del glomérulo. Puede producirse por el depósito de un material proteínico anormal en las paredes de los vasos renales.
– Glomerulonefritis: son las alteraciones inflamatorias en los capilares de los glomérulos de Malpighi y las cápsulas de Bowman.
– Cólico nefrítico: es una consecuencia muy dolorosa de la litiasis renal (Figura 8.9). Está producido por cálculos renales o precipitados de diversas sales que, al ser expulsados, rozan con las paredes del aparato urinario.
Se manifiesta por un intenso dolor en la zona de los riñones y órganos genitales que, en ocasiones,
va acompañado de pérdidas de sangre por la orina.
– Uretritis: consiste en una inflamación de las paredes de la uretra originada por una infección bacteriana o por determinadas sustancias químicas. Puede ocasionar estrechamiento de la luz de la uretra.
– Cistitis: es la inflamación de las paredes de la vejiga urinaria originada por una infección bacteriana. Acostumbra a ir acompañada de incontinencia urinaria (eliminación involuntaria y frecuente de orina en pequeñas cantidades). Es más frecuente en las mujeres.
– Prostatitis: es una inflamación de la próstata que presiona la uretra y dificulta la micción.
– Infecciones urinarias: se producen por la colonización del aparato urinario por microorganismos
patógenos como parásitos, hongos, bacterias y virus. Si la infección afecta a la uretra o vejiga (uretritis y cistitis), se denomina infección urinaria baja y si afecta los uréteres, se denomina infección urinaria alta.
– Tumores: son una masa anormal de tejido corporal producida por una división incontrolada de las células que lo componen. Pueden ser cancerosos (malignos) o no cancerosos (benignos). Son más frecuentes en varones, en torno a los 65 años de edad.



La incontinencia urinaria
La incontinencia urinaria es la expulsión involuntaria de orina a través de la uretra y está muy ligada a la independencia social del paciente. Aquellos que padecen incontinencia urinaria tienden a empeorar; sin embargo, con consejos higiénicos, tratamientos farmacológicos o cirugía, 8 de cada 10
situaciones pueden mejorar.
Los tipos de incontinencia urinaria (IU) que, según la ICS (Sociedad Internacional para la Incontinencia), pueden distinguirse son:
– IU de esfuerzo (o de estrés): al hacer un esfuerzo aumenta la presión en la vejiga y condiciona la pérdida.
– IU de urgencia: existe una disfunción vesical (por lesiones incompletas vesicales, medulares o corticales) que condiciona la pérdida de orina. Aparece con un gran deseo miccional en ausencia de esfuerzo.
– IU por rebosamiento: aparece en obstrucciones uretrales (lesión posmedular).
– IU refleja: aparece en las lesiones neurológicas (supramedular o conexiones médula-córtex). No existe deseo miccional. No actúan los mecanismos de cierre uretral.

Patologías del pene
– Lesiones inflamatorias locales: se trata de procesos benignos y poco importantes. Destaca, por su mayor frecuencia, la balanitis o inflamación del glande y del prepucio. Su causa más frecuente es una higiene insuficiente en hombres no circuncidados y se agrava si el paciente está afectado de diabetes o artritis.
Los síntomas de la enfermedad son enrojecimiento y dolor del prepucio o del pene, secreciones con olor desagradable e inflamaciones del glande y del pene.
– Patología tumoral maligna: poco frecuente y de mal pronóstico. Es una enfermedad en la cual se forman células malignas en los tejidos del pene. Los síntomas son: heridas, aparición de sangrado y flujo en el pene.
Puede agravarse y presentar complicaciones si hay estrechamiento del orificio del pene, si este presenta disminución del riego sanguíneo en la zona o dolor en la retracción del prepucio, provocando fimosis.
La infección por un tipo de virus conocido como VPH (virus del papiloma humano) puede ser un factor de riesgo de padecer este tipo de cáncer.

Patologías de los testículos
– Criptorquidia (etimológicamente, “testículo oculto”): es la falta de descenso testicular completo, tanto unilateral como bilateral, de forma que el testículo se encuentra fuera del escroto, en la cavidad abdominal.
El diagnóstico debe realizarse temprano y su tratamiento es hormona lo quirúrgico, antes de los 18 meses de edad.Cuando afecta a los dos testículos puede ser causa de esterilidad.
– Lesiones inflamatorias: las más comunes mezclan la inflamación del testículo (orquitis) con la del epidídimo (epididimitis), dando lugar a un proceso denominado orquiepididimitis.
Las causas más frecuentes, aparte de las enfermedades de transmisión sexual (ETS), son las viriásicas, como la parotiditis, que pueden ser una causa de esterilidad.
Pueden afectar a uno o a varios testículos. La orquitis cursa con fiebre y dolor en la zona abdominal, con uno o ambos testículos aumentados de tamaño. La epididimitis cursa con dolor muy intenso en los testículos, con aumento de tamaño del epidídimo y del testículo y con fiebre alta cuando los gérmenes que la han producido han alcanzado la vía sanguínea o la urinaria.
– Patología tumoral: las neoplasias malignas testiculares son tumores poco frecuentes. Entre los factores de riesgo que aumentan esta patología se encuentran un desarrollo testicular anómalo, la criptorquidia o antecedentes familiares de cáncer.

Patologías de la próstata
– Lesiones inflamatorias: la prostatitis o inflamación de la próstata puede ser aguda o crónica. En ambos casos, puede tener una causa inespecífica o específica (ligada a las ETS). Las inflamaciones agudas suelen estar asociadas a infecciones del tracto urinario.
– Hiperplasia prostática benigna: es una afección que provoca el agrandamiento de la glándula prostática y, como consecuencia de ello, el estrechamiento de la uretra, dando lugar a distintas alteraciones en la micción, con las consiguientes repercusiones en la calidad de vida de los pacientes.
Es un proceso de alta incidencia y prevalencia que suele afectar a varones a partir de los 50 años. Los síntomas son: dificultad para comenzar a orinar, goteo después de acabar de orinar, urgencia urinaria, insatisfacción o retención urinaria e incontinencia.
– Adenoma prostático: es el siguiente paso evolutivo de la hiperplasia prostática benigna, aunque con rasgos de benignidad. Los síntomas más característicos son: necesidad de orinar con mayor frecuencia, dificultad para comenzar a orinar y goteo después de acabar de orinar. Estos síntomas son comunes a otras patologías prostáticas como el carcinoma o la hiperplasia.
– Carcinoma de próstata: aunque se desconoce su causa, se sugiere que puede haber factores genéticos y ambientales relacionados. También se produce por la evolución de los procesos anteriores. Los síntomas del cáncer prostático son: dificultad para iniciar o detener la orina, dolor en la eyaculación y dolor al miccionar.

Patologías de la vagina
Lesiones inflamatorias: la vaginitis es una infección vaginal causada por una gran variedad de microorganismos, tales como bacterias, virus, hongos y parásitos. Suelen ser procesos transitorios no graves.

Patologías del cuello del útero
– Lesiones inflamatorias: la cervicitis es una inflamación aguda o crónica del cuello del útero causada frecuentemente por bacterias y virus.
Son muy frecuentes y se acompañan de secreción vaginal mucopurulenta.
– Pólipo endocervical: es un tumor benigno del cuello del útero.
– Carcinoma de cuello de útero: es la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres y está relacionado con el VPH.
– El cáncer de cuello de útero tiene un comienzo lento, ya que antes de que aparezcan las células cancerosas, las células del cuello del útero pasan por un proceso conocido como displasia o de células premalignas, que puede diagnosticarse mediante el test de Papanicolaou.
– Como en el caso del carcinoma de próstata, la detección precoz de este proceso es básica para su curación y por ello se recomienda que todas las mujeres a partir de las primeras relaciones sexuales tengan un control ginecológico periódico mediante la realización de citologías.

Patologías del cuerpo del útero
– Endometriosis: consiste en la aparición de focos de tejido endometrial en la pelvis (ovarios, ligamentos uterinos, trompas) y, con menor frecuencia, en otras localizaciones como la cavidad peritoneal. Una de cada 10 mujeres la padece y, en muchos casos, es causa de esterilidad femenina. Puede estar producida por predisposición genética.
– Tumores benignos, de los cuales los más comunes son:
• Pólipos endometriales: son tumores que se producen en el endometrio y que aparecen con mayor frecuencia en la menopausia.
• Mioma: es un tumor de la capa muscular del útero o miometrio. Una de cada tres mujeres entre los 35 a 55 años tiene un mioma. Su crecimiento está favorecido por los estrógenos, por lo que varía de tamaño con el ciclo menstrual.
– Tumores malignos como el carcinoma endometrial: es el cáncer más frecuente del aparato reproductor femenino. Aparece con mayor frecuencia en mujeres entre los 55 y 65 años.

Patologías del ovario
– Lesiones inflamatorias: son comunes las patologías quísticas de este órgano. Destacan los ovarios poliquísticos que, entre otras cosas, pueden dar lugar a esterilidad.
– Patología tumoral: entre ellas destacan las del epitelio germinal, que son cerca del 90% de todos los tumores malignos del ovario. La complicación de su tratamiento radica en la dificultad de un diagnóstico precoz.

Patologías de las mamas
– Lesiones inflamatorias: son poco frecuentes y ocurren sobre todo durante la fase de lactancia. La más frecuente es la mastitis.
– Mastopatía fibroquística: es un proceso muy frecuente en la actualidad que se caracteriza por la aparición de nódulos (únicos o múltiples), que pueden ser o no dolorosos y que se relacionan con el ciclo menstrual. Al parecer, su mayor incidencia está relacionada con la forma de vida actual.
– Tumores benignos: el más frecuente es el fibroadenoma, cuya aparición se produce en edades tempranas.
– Tumores malignos: los tumores malignos de mama constituyen la principal causa de mortalidad por cáncer en las mujeres. La incidencia de este tipo de tumor ha ido aumentando en los últimos 50 años y, en la actualidad, se prevé que una de cada 10 mujeres acabe padeciendo un cáncer de mama; su incidencia es más elevada en países industrializados. La tendencia actual, cuando se realiza la extirpación de la mama, es realizar una cirugía plástica reparadora en el momento, con el fin de
prevenir posibles problemas psicológicos en la paciente.

Enfermedades de transmisión sexual
Las ETS son un grupo de enfermedades que existen desde tiempo inmemorial y que se transmiten a través de las relaciones sexuales. Su incidencia ha aumentado, a pesar del descubrimiento de los antibióticos y de las campañas de prevención, debido en parte a los cambios sociales experimentados
por las sociedades actuales. La evolución de las ETS, desde el punto de vista epidemiológico, es impredecible, ya que según los últimos datos cada año el número de personas
contagiadas aumenta.
Las ETS incluyen varios tipos de enfermedades que pueden afectar a ambos sexos y cuyas consecuencias son en algunos casos muy graves. Entre las más destacadas están las siguientes:
– Gonococia: está causada por una bacteria (Neisseria gonorrhoeae), se caracteriza por una secreción purulenta y sensación de escozor al orinar. Si no se trata puede ocasionar esterilidad u otras infecciones. – Sífilis: es una enfermedad causada por una espiroqueta denominada Treponema
pallidum. Cursa en diversas etapas y, si no se trata en fases tempranas, revoluciona produciendo complicaciones que pueden ir desde fallos cardíacos hasta la muerte. Es especialmente importante en caso de embarazo ya que, si no se trata a tiempo, la sífilis pasará al feto dando lugar a sífilis congénita.
– Herpes genital: es una infección producida por el virus del herpes simple que afecta hoy en día a una gran cantidad de población. El riesgo de infección se relaciona de manera directa con el número de contactos sexuales. Las manifestaciones de infección dan lugar a lesiones dolorosas
de tipo vesicular en los genitales de ambos sexos.
– Condiloma acuminado: es una infección producida por el VPH que da lugar a proliferaciones escamosas en el conducto genital denominadas condilomas. La importancia de esta infección en las mujeres es la relación que presenta con el carcinoma de cuello de útero, ya que se ha demostrado una relación causal entre la infección por VPH y el desarrollo posterior del cáncer.
– Sida o síndrome de inmunodeficiencia adquirida: aunque no es una enfermedad exclusivamente de transmisión sexual, su expansión a escala mundial se debe principalmente a esta causa.
El sida está producido por el virus denominado VIH (virus de inmunodeficiencia humana), el cual provoca una destrucción del sistema inmunitario. Las personas afectadas por el VIH pueden contraer distintas enfermedades, denominadas oportunistas, causadas por una gran diversidad de agentes, que aprovechan la debilidad inmunológica del organismo, llegando a causar la muerte. Entre ellas destacan el sarcoma de Kaposi, un tumor maligno de los vasos sanguíneos ubicados en la piel; la tuberculosis y la neumonía, que son enfermedades causadas por bacterias, y la candidiasis, una
patología provocada por una infección por hongos del género Candida.


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